25/7/13

Emergencia y Alternativas (Manuel Garí)


Este artículo salió publicado recientemente en la Revista Alternativas Economícas

Manuel Garí
Economista. Colaborador de la Fundación 1 de Mayo

Hemos atravesado la peligrosa frontera de una concentración troposférica de 400 ppm de CO2. Era de esperar. La expansión del capitalismo industrial está basada en los combustibles fósiles. Entre 1850 y 2007 la productividad se multiplicó por 9,5, pero las emisiones de CO2 por 155. Basta repasar la presencia de otros gases -CH4, N2O, HCF, PFC y SF6- en la producción para constatar el acoplamiento entre modo de producción, modelo productivo y riesgo climático.
En Túnez, el Foro Social Mundial constató  las instituciones financieras internacionales fomentan el extractivismo como gran motor para estimular el crecimiento (…) como un camino de acumulación rápida” a costa de los pueblos empobrecidos. El capital financiero ante las rentabilidades decrecientes está posicionándose en la geopolítica de la escasez mediante la apropiación y mercantilización de bienes naturales públicos finitos con demanda inelástica que cubren necesidades sociales básicas en el Norte y en el Sur.
La economía carbonizada, destructora de la biodiversidad y tóxica no es resultado de un error tecnológico sino de decisiones políticas puestas al servicio de la ganancia privada. La producción generalizada de mercancías es inherente al capitalismo; conlleva fagocitar inputs escasos y expulsar outputs indeseables. De ahí también que induzca a la compra incesante de artefactos, gran parte de ellos ajenos a la satisfacción de las necesidades humanas. La financiarización ha subordinado el tejido productivo a sus requerimientos, lo ha fragilizado y conlleva una mayor presión sobre las dos únicas fuentes de la riqueza según Marx: el trabajo y la naturaleza. La globalización ha exacerbado los rasgos genéticos del capitalismo: injusticia y productivismo.
El modelo productivo de ciclo abierto (sucio y materialmente ineficiente) determina el modelo consuntivo. Por ello, la clave es actuar sobre la oferta sin renunciar a modificar el insostenible modelo de consumo individual en los países ricos. El modelo limpio de ciclo cerrado (y sus tecnologías y procesos) deberá lograr tres objetivos: 1) sostenibilidad en el uso de los recursos renovables y drástica reducción del de los no renovables, empezando por la energía; 2) uso masivo de sustancias, tecnologías y procesos limpios y materialmente eficientes; y 3) maximizar los bienes y minimizar los residuos, que deberán reincorporarse al ciclo como nuevos recursos.
La reconversión ecológica de la actividad económica implica ahorro en recursos y energía; desmaterialización (disminución de los recursos requeridos por persona para la satisfacción de sus necesidades); debate social sobre necesidades y bienes: qué, cómo y cuanto producir (consumir, mover…); y resolver dilemas como ¿poseer artefactos o usarlos? Supone pues un profundo cambio político basado en la participación democrática de la ciudadanía.
La sociedad deberá decidir qué sectores deben crecer y cuales decrecer o desaparecer. A título de ejemplo: cultura, educación, sanidad, alojamiento, atención a las personas, movilidad sostenible, química verde y energías renovables versus publicidad, locomoción individual a motor, tóxicos y no biodegradables, nucleares, petroleras y armamento. Más pronto que tarde el capital reaccionará y la mayoría social tendrá que escoger entre sus intereses y los de aquel.

Conclusiones

El cambio será cuantitativo y cualitativo, imposible de lograr sin romper con las reglas de la dictadura de los mercados ya que ni el proceso es individual, es social, ni la alternativa es tecnológica o meramente cuantitativa, es política.
         Deberá asegurarse una transición justa para las personas de los sectores y territorios en declive mediante protección social y nuevos empleos.
La salida de la crisis actual no puede realizarse con las herramientas del pasado, debe tener presente los límites de la biosfera.
Indicadores como el PIB no tienen una utilidad general porque reducen a magnitudes monetarias hechos, bienes y servicios de diferente naturaleza y no trata el conjunto del ciclo productivo ni los impactos; es necesario crear otros indicadores y combinarlos.
La economía sana y el buen vivir no dependen exclusivamente de la evolución del PIB. Por ello términos reduccionistas y ambiguos como decrecimiento presentan inconvenientes conceptuales y difícil comprensión social. No hay una palabra talismán que resuma y nos resuelva las tareas del cambio necesario. Tareas y objetivos que desde el ecosindicalismo de clase compartimos con todos los sectores de la ecología social, más allá de las denominaciones. Hablemos de urgencias y alternativas.


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