9/10/13

El modelo educativo y el empleo en España (entrevista a Daniel Albarracín desde la Televisión Eslovena)


Daniel Albarracín. Economista y Sociólogo. 1 de Octubre de 2013. Entrevistado por Bakic Adrijan de la Televisión Eslovena.

 

El desempleo entre los jóvenes en España es alto. ¿Cuáles son en su opinión las soluciones?

Partamos primero de un diagnóstico. El problema del desempleo en España entre los jóvenes radica en varios motivos principales:
a)      Una inserción en la división internacional del trabajo dependiente y auxiliar de la dinámica industrial centro europea,
b)      Una política industrial inexistente que ha admitido la desindustrialización de la economía, la pérdida de sectores de innovación estratégicos, dominados por las grandes compañías transnacionales centroeuropeas, y un proceso de terciarización de la economía especializada en sectores de servicios de bajo valor añadido (restauración, comercio, etc…).
c)      Un desequilibrio sectorial que sobredimensionó la construcción, lo que ha supuesto que durante una década se produjese un abandono temprano del mundo educativo porque había grandes facilidades de empleo y, con la crisis de la burbuja inmobiliaria, una destrucción masiva de empleo en los sectores asociados a dicha actividad. Esto ha ocasionado una dificultad de recolocación de un colectivo enorme de trabajadores con escasa cualificación, o muy especializados en un sector que se ha reducido a la mitad.
d)      Una política económica basada en el ajuste estructural que no sólo no ha compensado la retracción de la inversión empresarial, sino que ha retirado iniciativas públicas, conduciendo a una destrucción masiva de empleo.
e)      Una política de empleo fundamentada en la devaluación salarial y la degradación de las garantías de estabilidad y proyección profesional.
f)        En suma, un modelo industrial y de estructura de ocupaciones degradado.
g)      Una destrucción masiva de empleo que ha comenzado con el colectivo juvenil, que con empleos temporales y menor continuidad en el empleo ha sido el primero en ser expulsado del mercado de trabajo.
Las soluciones, en mi opinión, debieran comenzar por modificar esta orientación radicalmente.
Es preciso aportar por un desarrollo autocentrado y mejor posicionado en el concierto internacional, allí donde la economía española tiene más posibilidades: renovación del modelo energético basado en renovables derivadas de la fuente solar, desarrollando iniciativas pioneras, y no perdiéndolas, como en la eólica; un apuesta por la innovación y una política industrial que dé consistencia a nuestro modelo productivo y laboral basado en la sostenibilidad y la satisfacción de necesidades; un desarrollo de las actividades de servicios basados en los cuidados y en el bienestar social (educación en todas las etapas, sanidad, atención a la dependencia, etc…); y un impulso turístico sostenible, desestacionalizado y diversificado y de calidad.
El colectivo juvenil se enfrenta ahora ante unas expectativas bajísimas de encontrar su primer empleo y menos aún de permanecer en él cuando lo consiguen. Cuando se encuentra es completamente inestable e imposibilita la emancipación. El mayor desempleo juvenil no responde a una baja cualificación o inadecuación de su currículo a los empleos disponibles, sino a una fuerte destrucción de empleo que ha afectado en mucha mayor medida a los jóvenes que habían sido contratados bajo fórmulas eventuales de empleo.
La opción tomada por el gobierno invierte lo que debiera ser una línea proactiva en materia económica, industrial y laboral, para convertirse en adaptativa a una lógica de inserción competitiva subalterna en el entorno europeo. Procura adaptar el sistema educativo a la estructura laboral y productiva que ahora existe, lo que equivale a degradar lo primero, no actuar sobre lo segundo. Además aquel planteamiento ignora que el sistema educativo es un proyecto de futuro con efectos a medio plazo. Además, el modelo laboral e industrial del futuro está sujeto a cambios, en los que influye tanto la economía internacional, el ciclo, y la línea de inversiones de futuro del ámbito privado y público, y no sólo las decisiones y situación empresarial.
Debe advertirse que en España se había impulsado un sistema de formación para el empleo que, aunque con defectos, propiciaba la cualificación de la fuerza del trabajo a lo largo de toda su vida, y que ahora se desmantela en la práctica.
Consecuentemente, una línea alternativa de carácter proactivo no es posible sin modificar las políticas económicas, industriales y de empleo en vigor, que requieren de un impulso de la inversión pública en áreas socialmente útiles, que se centren en la cualificación de la fuerza de trabajo, financiada con una reforma fiscal progresiva a ser posible extensible en el entorno internacional.

Quiénes son los que aun tienen el trabajo en España? (Qué profesiones, de qué edad?).

En primer lugar, la sociedad española se basa en una economía de servicios de bajo valor añadido, y una industria auxiliar respecto a centroeuropa, fruto de su dependencia y abandono industrial, en un contexto de capitalismo global muy competitivo.
Las ocupaciones que mayor peso tienen entre los empleos existentes son las de trabajadores de servicios (restauración, servicios personales, comerciales, etc…), que representan el 22,6% de las ocupaciones, y los puestos de operadores industriales  (7,5%) y otros trabajos no cualificados y elementales (12,9%). Las ocupaciones directivas representan apenas el 4,9% y las técnicas más cualificadas alcanzan el 16,8% del total.
Las que padecen mayores tasas de paro se concentran en los niveles de ocupación más bajos, fundamentalmente en la construcción, con tasas de desocupación elevadísimas (entre el 25% y el 52%), pero al mismo tiempo, merced a la inestabilidad laboral, también se concentra en el sector de restauración (23,4%). Estos datos pueden consultarse al final, en el anexo, en la Tabla 1.
En términos de edad, la población juvenil (así como la inmigración y las mujeres) padecen mayores tasas de paro, aunque el desempleo se ha generalizado, al haber sido el primer colectivo expulsado por su temporalidad en el empleo.
En relación al nivel educativo, tal y como puede seguirse en la Tabla 2 del anexo, el paro se concentra en los niveles educativos más bajos, con una clara correlación, puesto que a mayor cualificación menor nivel de desempleo se detecta. Ahora bien, en todos los niveles educativos de la fuerza de trabajo se asiste a un crecimiento formidable de la desocupación, producto de las políticas de austeridad. El efecto composición de las ocupaciones refleja una pérdida de peso de las ocupaciones de menor nivel educativo. 

¿Cómo ve Usted las reformas del gobierno, sobre todo la LOMCE?.

El gobierno yerra al pensar que el problema de empleo obedece en un mal diseño educativo, y no en el sistema económico, industrial y de empleo, y especialmente en el alto paro fruto de su política económica. Siempre es conveniente mejoras en el ámbito educativo, pero tratar de resolver las carencias en otros ámbitos con medidas inapropiadas en el sistema formativo no sólo es un error sino que pone en tela de juicio a las personas haciéndolas culpables de un fracaso que no es el suyo.
La LOMCE procura abandonar las bases de promoción de la igualdad de oportunidades, formalmente para impulsar un modelo competitivo, que adapte la educación y cualificación de la juventud a la situación y estructura laboral existente. De alguna manera, consiste en estratificar a los colectivos que están estudiando, para reducir la presencia en los niveles universitarios, desviar a mayor población a los itinerarios de formación profesional y desprenderse de los “malos estudiantes” del mundo educativo, a edades tempranas, para expulsarlos al mercado de trabajo.
Los sistemas que empleará son sumamente discriminatorios. Se basan, en primer en establecer cuanto menos cuatro reválidas a los 8, 11, 15 y 17 años (una selectividad por universidad) que conduzcan por rutas diferentes al alumnado, estableciendo itinerarios desde el segundo ciclo de la Educación Secundaria Obligatoria. Las reválidas estiman que los resultados académicos tempranos son suficiente prueba de las posibilidades de desarrollo educativo de las personas, algo que es muy discutible. No tiene en cuenta la extracción social, el entorno familiar y económico, o las necesidades educativas especiales de muchos colectivos que con un mayor refuerzo pueden alcanzar niveles educativos altos. A este respecto, y casi de manera irreversible los y las niñas pueden ver condenadas sus expectativas educativas y laborales a una edad precoz.
Por otro lado, el entramado de escuelas públicas, muy degradadas en recursos a pesar de ser hasta ahora las que mayor calidad educativa proporcionaban en términos medios, retrocede a favor del negocio educativo privado o subvencionado concertado que se potencia. Esta estructuración genera barreras económicas de acceso a un sistema educativo de calidad, profundizando las desigualdades sociales. Para colmo, se pretende erosionar drásticamente el modelo universitario, y se establecen tasas de acceso muy caras que impiden que muchos colectivos puedan proseguir sus estudios avanzados.
Si esto no fuera poco, introduce la religión como asignatura de plena validez académica, reduce la presencia de lenguas nacionales diferentes al castellano, reduce las posibilidades de participar e influir de los consejos escolares donde participaban las asociaciones de padres y madres, favorece la segregación por sexos en los colegios y elimina el papel de las asignaturas ligadas al pensamiento crítico (Educación para la ciudadanía) o reduce el papel de asignaturas vinculadas a las humanidades y el arte, y estima que la educación infantil no es educación. En suma, detrás del discurso meritocrático esconde un propósito ideológico dogmático.

¿Hay un Aumentó del número de estudiantes porque no encuentran el trabajo y por eso siguen estudiando?

Una parte del alumnado está continuando sus estudios, dadas las dificultades de encontrar empleo, o bien crece entre los colectivos de edad más avanzada, por el mismo motivo, para recualificarse, en general en sectores diferentes al habitual.

¿Debería España y Europa fortalecer la educación vocacional (sistema de formación para el empleo)? Parece que hay demasiados licenciados universitarios en toda Europa…

En España contamos con las generaciones de nuestra historia mejor cualificadas y deben aprovecharse mejorando el sistema industrial y la política laboral de nuestro país. Por el contrario, se continuará con una dinámica de exilio económico y emigración laboral del colectivo juvenil, precisamente en sus capas más cualificadas, si el gobierno sigue aplicando su insensible agenda sobre este asunto.
Por otro lado, en torno un tercio de población juvenil que abandona tempranamente los estudios o no supera los niveles de educación secundaria. A este colectivo, con una política industrial proactiva, debiera animársele a abordar una formación profesional cualificada y reconocida ligada a un proyecto de creación de empleo en nuevas áreas de futuro, como por ejemplo pudieran ser las actividades de cambio de modelo energético orientado a renovables, o actividades de cuidados y servicios personales, o en el ámbito turístico en proyectos ecológicamente sostenibles.
En cambio, se ha optado por reducir y degradar el ámbito universitario, para hacer un sucedáneo, cuanto menos en los grados, de formación profesional avanzada, al mismo tiempo que se sigue atribuyendo como “el itinerario de los menos listos” a los que cursan formación profesional de nivel básico y medio.
Sin duda alguna la formación profesional debe revalorizarse y potenciarse. Pero esta potenciación no debe realizarse de manera inapropiada. En gran medida, el modelo universitario, sobre todo en los niveles de grado, están alterando su naturaleza para pasar a ser poco más o menos que formación profesional avanzada. El pensamiento universal, la adquisición de conocimientos en cuanto al método, el desarrollo de habilidades de interpretación general y pensamiento crítico, la capacidad de aprender a aprender, han de tener su lugar en la universidad, y no puede reservarse para una élite social. De seguir por la línea nos encontraremos con una formación profesional que preparará a gente en empleos que no existen, y con un modelo universitario incapaz de cultivar la innovación, la ciencia y la preparación de personas con altas capacidades intelectuales o capacitaciones para planificar y dirigir en contextos cambiantes.
Un diseño de la formación demasiado enfocada a los puestos de trabajo actuales ignoraría que el mundo productivo de mañana será diferente al de hoy, que las personas no sólo se adaptan a las estructuras laborales, sino que también las crean, con lo que una formación demasiado específica, y no abierta, degradaría las capacidades de la fuerza laboral, pues se produciría una inadecuación de lo aprendido hoy con las profesiones del futuro. La articulación entre la preparación específica y especializada con una preparación metodológica con perspectiva amplia, con capacidad creativa y de adaptación a los cambios es fundamental en cualquier sistema educativo.

¿Hay cooperación alguna entre la economía española y el sistema de educación?

Hasta hace bien poco parcialmente sí. Los sistemas de formación para el empleo propiciaron la actualización de las cualificaciones de trabajadores en edad no juvenil, con gran intervención de las empresas, subvencionadas por el Estado. Ahora lo que sucede es lo contrario, son las empresas las que pautan parte del modelo educativo al definir las prácticas no laborales de los que cursan formación profesional y niveles universitarios, o al financiar investigaciones de su interés particular en los diferentes departamentos universitarios.
Asimismo, se han producido demasiadas presiones del mundo empresarial para definir contenidos y esquemas del mundo educativo para que se rijan por sus necesidades inmediatas. Desde este punto de vista, se ha podido pasar de un modelo educativo abstracto y generalista a algo completamente opuesto, y mucho más rígido. Ni que decir tiene que el mundo productivo y el educativo deben vincularse y cooperarse más y mejor entre sí. En nuestra opinión, aunque deba consultarse a las empresas, habría de ser el gobierno, con sus políticas educativas, económicas e industriales, el que debiese dar perspectiva, continuidad y coherencia a este equilibrio. En nuestra opinión, ahora es el mundo empresarial el que está consiguiendo que un servicio público esencial esté diseñado en parte por él, que el sistema educativo se privatice como un negocio más en cada vez mayor medida, y que se ignoren aspectos clave del papel de la educación para el futuro de la sociedad.



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